La frase del día:
"Solo el que sirve con amor sabe custodiar"
Papa Francisco
Benedicto XVI reconoció la gravedad y la responsabilidad de la Iglesia en los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, pero también el contexto de relativismo moral en el que se han producido.
Lo hizo en el tradicional discurso que dirigió a la curia romana con motivo de la presentación de las felicitaciones navideñas, este lunes al recibir en audiencia en el Vaticano a miembros del Colegio Cardenalicio, representantes de la Curia romana y de la Gobernación.
El tema de los abusos sexuales por parte de miembros del clero ocupó la primera y mayor parte del discurso del Papa a la Curia romana.
“Somos conscientes de la particular gravedad de este pecado cometido por sacerdotes y de nuestra correspondiente responsabilidad -afirmó-. Pero no podemos tampoco callar sobre el contexto de nuestro tiempo en el que hemos tenido que ver estos acontecimientos”.
En referencia a ese contexto, señaló que “existe un mercado de la pornografía que afecta a los niños, que de alguna forma parece ser considerado por la sociedad cada vez más como una cosa normal”.
“La destrucción psicológica de niños, cuyas personas son reducidas a artículo de mercado, es un espantoso signo de los tiempos”, dijo.
Y continuó el diagnóstico, añadiendo que “todo placer resulta insuficiente y el exceso en el engaño de la embriaguez se convierte en una violencia que destruye regiones enteras, y esto en nombre de un malentendido fatal de la libertad en el que precisamente la libertad del hombre es minada y al final anulada del todo”.
Según el Pontífice, “para oponernos a estas fuerzas debemos echar una mirada a sus fundamentos ideológicos”.
En este sentido, explicó que “en los años 70, la pedofilia fue teorizada como algo totalmente conforme al hombre y también al niño”, pero en realidad “esto, sin embargo, formaba parte de una perversión de fondo del concepto de ethos”. “Se afirmaba – incluso en el ámbito de la teología católica – que no existían ni el mal en sí ni el bien en sí”, recordó, “nada sería de por sí bueno o malo; todo dependería de las circunstancias y del fin pretendido”.
Refiriéndose a su encuentro con el mundo de la cultura en Westminster Hall, el Papa citó las palabras de Alexis de Tocqueville, cuando observó que "en América la democracia fue posible y funcionó porque había un consenso moral básico que yendo más allá de las denominaciones individuales, unía a todos".
"Solo si existe un consenso en lo esencial, las constituciones y el derecho funcionan. Este consenso fundamental procedente del patrimonio cristiano está en peligro cuando la mera racionalidad suplanta el lugar de la razón moral". "Esta es una ceguera de la razón ante lo esencial. Luchar contra esta ceguera y conservar la capacidad de ver lo esencial, de ver a Dios y al ser humano, lo que es bueno y lo que es verdadero, es el interés que debe unir a todos los hombres de buena voluntad. Está en juego el futuro del mundo".
Del cardenal Newman el Papa subrayó su conversión "a la fe en el Dios vivo", en la que reconoce que "Dios y el alma, el ser mismo del hombre, en ámbito espiritual, constituyen lo que es verdaderamente real, lo que es importante. Cuando la conversión es así no cambia sólo una teoría, cambia la forma fundamental de la vida. Todos necesitamos esa conversión una y otra vez: entonces estamos en el camino acertado". "La fuerza motriz que impulsó a Newman a lo largo del camino de la conversión fue la conciencia entendida como la capacidad de verdad del ser humano, la capacidad de reconocer en las áreas decisivas de la vida –la religión y la moral– la verdad". "La conciencia, la capacidad del ser humano de reconocer la verdad, le impone al mismo tiempo el deber de caminar hacia ella, y de someterse a ella cuando la encuentra. El camino de la conversión de Newman es un camino de la conciencia: un camino que no es el de la subjetividad que se afirma, sino por el contrario, el de obediencia a la verdad que poco a poco se abría ante él".
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