Autor: José Antonio DA CONCEICAO, sacerdote
La Biblia nos revela desde el Antiguo Testamento la voluntad amorosa de Dios de comunicar su santidad al pueblo: “…serán para mí… una nación santa” (Éxodo 19,6). El cumplimiento en plenitud de este pacto de amor entre Dios y su pueblo se verifica en su Hijo Jesús, de quien Gabriel, Arcángel de Dios afirma: “Por eso el que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios” (Lucas 1,36); lo mismo expresan los espíritus inmundos que reconocen en Él al Santo de Dios (Cf. Marcos 1,24; Lucas 4,34). La comunión cercana y directa con sus discípulos los pone a ellos, de manera especial, en grado de confesar su fe en Él: “Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.” (Juan 6,69).